¿Qué diablos es un saborizante?

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Caricatura de un hombre leyendo etiqueta de un tarro de proteían. Su expresión es confundida y molesta.

¿Alguna vez te has detenido a pensar qué significa exactamente “saborizante artificial de fresa” o “saborizante natural de vainilla”? Aunque los saborizantes están por todas partes, pocos consumidores saben realmente qué contienen o cómo se producen. El saborizante natural de banano, por ejemplo, está hecho de acetato de isoamilo. ¿Sabes qué es el acetato de isoamilo? Exacto. Ese es el punto.

Nadie quiere consumir saborizantes, pero miles de millones de personas los ingieren todos los días sin pensarlo. Estos aditivos son el arma secreta de las grandes corporaciones para seducir nuestros paladares y reducir costos. Y ya es hora de cuestionar qué implicaciones tienen para nuestra salud.

Los saborizantes no aportan beneficios nutricionales. Al contrario, en muchos casos pueden ser perjudiciales para el organismo.

Utilizar ingredientes reales —como frutas frescas deshidratadas, vegetales o especias naturales— para dar sabor representa un gran reto en la tecnología de alimentos. Estos ingredientes suelen ser más costosos y difíciles de manejar, ya que pueden afectar la estabilidad, seguridad e incluso la vida útil del producto final.

Por eso, la mayoría de las empresas optan por saborizantes artificiales o ‘naturales’ diseñados en laboratorios. Estas sustancias no solo son más baratas y estables, sino que también permiten a los fabricantes replicar sabores exactos y adaptarse al paladar moderno, acostumbrado a sabores cada vez más intensos y extravagantes.

El resultado es preocupante: el paladar promedio se está alejando del sabor real de los alimentos con mayor densidad nutritiva. Las frutas y verduras parecen “insípidas” para quienes consumen frecuentemente productos ultraprocesados con saborizantes. Este círculo vicioso refuerza la dependencia de la industria hacia estos aditivos y perpetúa la desconexión del consumidor con los alimentos frescos y naturales.

Whey Limpio Pura Prote junto a un tazón de fresas. Arriba dice "NO ES LO MISMO. Proteína limpia con fruta fresca que proteína sabor a fruta."

Muchos consumidores ven la etiqueta “sabor natural” como una garantía de seguridad o calidad. Sin embargo, el término puede ser engañoso. Por ejemplo, un saborizante natural de fresa no necesariamente proviene exclusivamente de fresas deshidratadas o en polvo.

De acuerdo con regulaciones como las de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.), un saborizante “natural” puede derivarse de cualquier fuente vegetal o animal, siempre que el compuesto original sea natural. Aun así, durante el proceso de fabricación, estos compuestos pasan por múltiples manipulaciones químicas en laboratorios. La única diferencia significativa entre un saborizante “natural” y uno “artificial” es el origen de la materia prima inicial; el producto final puede estar igual de procesado e incluso ser más perjudicial debido a ciertos aditivos o solventes usados en su elaboración.

Por ejemplo, para crear un saborizante natural de fresa, no necesariamente se parte de fresas. Puede incluir compuestos químicos derivados de otras fuentes naturales como serrín, corteza de árbol o incluso secreciones animales. Estos compuestos se procesan para replicar el sabor deseado y se combinan con aditivos que estabilizan y potencian su perfil sensorial. Así que, aunque en la etiqueta del producto final leas “saborizante natural de fresa”, en realidad debería haber una lista extensa de ingredientes usados para fabricarlo.

El problema no es solo que los saborizantes no aportan valor nutricional, sino también su impacto en nuestro cuerpo y en la forma en que nos relacionamos con la comida. Al depender de estos aditivos, perdemos contacto con los sabores reales de los alimentos y desarrollamos una preferencia por sabores artificiales e intensos, lo cual puede afectar nuestra capacidad de disfrutar alimentos verdaderamente nutritivos.

Además, muchas veces como consumidores no tenemos forma de saber de qué están hechos estos saborizantes. Hay un sinfín de ellos, y cada vez se desarrollan nuevos compuestos que se consideran “seguros” para el consumo humano. Sin embargo, los entes reguladores dejan mucho que desear: muchas de estas sustancias se aprueban sin las evaluaciones sistemáticas o pruebas de exposición prolongada que uno esperaría.

Si las decisiones sobre ingredientes fueran tomadas por nutricionistas en lugar de enfocarse únicamente en la rentabilidad, probablemente no estaríamos enfrentando esta epidemia de alimentos ultraprocesados. Pero es evidente que la industria prioriza costos bajos y larga duración en anaquel, sacrificando la salud pública.

Entrar en detalle sobre qué contienen y cómo se fabrican los múltiples saborizantes que existen va más allá de esta publicación. Pero te invitamos a investigar más sobre el tema. Conocer las sustancias que entran a nuestro cuerpo es una excelente práctica que puede ayudarte en tu camino hacia el bienestar.

La nutrición limpia empieza con decisiones informadas. Apostemos por alimentos reales, con alta densidad nutritiva y listas de ingredientes claras. Es momento de redefinir nuestra relación con la comida. Y podemos empezar por rechazar de forma categórica los saborizantes.

Pura Prote – Nutrición Limpia
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